sábado, 20 de enero de 2007

Historia, anécdotas y actualidad

Los Bomberos Universitarios: Una doble función

Reggie Amaya S.

Pocos conocen su existencia, junto a la sede de Expozulia en la ciudad de Maracaibo operan los Bomberos Universitarios de la Universidad del Zulia (LUZ), cuyo cuartel está constituido por unas viejas estructuras.
Se ubican allí desde el 11 de septiembre de 1986, fecha en la que la rectora Imelda Rincón de Maldonado les aprobó su fundación. Mucho tiempo ha pasado para ser ignorados; los bomberos laboran en un lugar colmado de historia: un antiguo hangar de aviones del extinto aeropuerto de Grano de Oro, que otrora albergó a los Bomberos Aeronáuticos y la Dirección de Deportes de LUZ.
De cualquier manera, para quienes sufren de escepticismo, visitar el lugar permite notar en sus paredes múltiples capas de pintura con antiguos números telefónicos de apenas cinco dígitos. Los vestigios de abandono de la estructura contrastan con el orden de los inmuebles utilizados para las oficinas, los depósitos de equipos de seguridad, el estacionamiento, los baños y la cocina.
Bajo estas condiciones, los jóvenes bomberos estudiantiles intensifican su vigilancia por la seguridad, la prevención, el rescate, el servicio de primeros auxilios y la atención de los materiales peligrosos, más allá de atender eventos fortuitos.
El personal de las nuevas generaciones del cuerpo de seguridad es íntegramente voluntario y su lema es la disciplina, el estudio y la abnegación. No por ello han escapado de los sacrificios formadores de experiencias.

Recorrido histórico
Jorge Luis Canelón Mareiro es el comandante de grado sub-teniente de los bomberos LUZ y lleva casi la mitad de su vida en esta ocupación. Su rostro de gratos recuerdos sintoniza con sus declaraciones. “De la primera promoción no queda ninguno, dos somos de la tercera y uno es de la cuarta” afirma teniendo en sus manos las órdenes de servicio de la década de los ochenta.
Inicialmente, los bomberos prestaron servicio con los Bomberos Municipales de Maracaibo para tener un adiestramiento previo a la conformación del cuerpo de seguridad dentro de la Universidad.
No obstante, para aquel entonces, si bien habían establecido las bases para la fundación definitiva de Bomberos LUZ, no tenían autonomía y dependían de los bomberos municipales como brigada adscrita. Ni siquiera podían elegir al comandante, pues el rector de LUZ designaba a algún funcionario proveniente del paramunicipal.
Según Celandia Velásquez, jefa del Departamento de Recursos Humanos de los Bomberos LUZ, fue en 1988 cuando les comenzó a denominar Bomberos Universitarios “aunque nuestra autonomía no era total porque no podíamos seleccionar a un comandante de entre los mismos estudiantes”.
Muchos de los delegados por la rectoría para el puesto de comandante eran profesores universitarios, que no tenían conocimientos en materia de seguridad. Incluso, algunos comandantes tenían corte de jerarquía del Estado Mayor Venezolano como Jorge Pulgar y Jorge Molero. Pese a ello, fue Jesús Corena quien estuvo durante mayor período en la comandancia.
Bajo la administración de Corena hubo cambios sustanciales. Según destaca Canelón, la mayoría de los estudiantes en servicio eran alumnos irregulares que encontraban en los bomberos una manera de justificar ante la institución su bajo rendimiento académico. En esa gestión el problema se solventó.
Más adelante, las buenas relaciones con sus colegas municipales les permitieron firmar un convenio para tener un camión durante seis años que al dañarse fue desechado por falta de presupuesto. A mediados de los noventas, tuvieron una ambulancia con el mismo destino. A ello se suma la falta de conductores entre los universitarios al momento de ocurrir algún incidente.
A principios del año 2000, el rector Domingo Bracho aprobó un proceso de intervención de los Bomberos Universitarios sin previo aviso, lo que provocó la toma del rectorado. En palabras de Canelón “sólo juzgaron la labor y nuca visitaron el cuartel para ver las carencias”. Aquel día, los estudiantes uniformados se apostaron a la entrada de la sede administrativa, con el viejo camión que obstaculizaba el paso junto a los viejos e inoperantes equipos de seguridad de los bomberos estudiantiles.
Tras esta situación los universitarios estimaron que el único logro fue la aprobación del reglamento interno de los Bomberos Universitarios De LUZ, que actualmente los rige con la Ley Nacional de Bomberos y la Constitución de la República.

Integridad y servicio
Desde al año pasado, el rector Leonardo Atencio ha comenzado a reconocer la labor de los Bomberos Universitarios. En principio, ellos no eran tomados en cuenta, razón por la que comenzaron a prestar guardias en todos los eventos de la universidad en los que no les solicitaban su presencia.
De esta manera, retomaron los ascensos de los integrantes del grupo y las graduaciones de los nuevos ingresos. Pese a que el listado de aspirantes para ingresar al servicio tradicionalmente no es extenso por la falta de una publicad adecuada, en los últimos dos años se incrementó.
Marcia González, estudiante de enfermería, opina lo siguiente: “Este lugar es muy bueno pese a los roces por nuestro carácter. Funcionamos como una familia y me siento muy bien de estar aquí. Aunque los entrenamientos y pruebas son muy fuertes, espero ser admitida como bombero.
Los mañanas de los sábados están dedicadas a los entrenamientos intensivos, ejercicio físico y curso teórico. Se hacen simulaciones de operaciones de rescate, apagado de incendios, caída libre, trabajo con la soga, uso de mangueras y extintores.
Por otra parte, los Bomberos Universitarios están extendiendo sus redes de seguridad con la formación de la Brigada de la Universidad Rafael Belloso Chacín (URBE).
El poder contar con un comandante de entre los estudiantes ha redundado en beneficios para los estudiantes porque han conseguido dotación de uniformes con las empresas privadas (anteriormente, cada funcionario debía conseguirlo), la conexión de una línea de emergencias gratuita y la dotación de uniformes para la participación en juegos deportivos.
En la parte administrativa, la Comisión de Ingresos Propios de LUZ les aprobó recibir un tercio de las ganancias dejadas por los cursos de seguridad impartidos por bomberos voluntarios para la ayuda de instructores de otras instituciones y compañías.
Sin embargo, según el jefe del Departamento de Administración y Finanzas de los Bomberos Universitarios, Victor Morales, muchos de los cursos dirigidos a empresas privadas son negociados a cambio de equipos, puesto que la partida presupuestaria anual designada a los bomberos no es suficiente.
“Anteriormente nos daban un millón de bolívares anuales, el año pasado nos aprobaron 50 millones y este años nos aprobarán 100 millones, por lo que tenemos previsto la comprar de una ambulancia, pero hay que considerar que sólo un casco de bombero cuesta 700 mil bolívares”, afirma Morales, quien además es administrador.
Evidentemente, esta situación demuestra el trabajo voluntario de los bomberos estudiantiles, quienes sacrifican sus ingresos a cambio de equipamiento.
En materia de transporte y comunicaciones, cuentan con una camioneta donada por los Servicios de Seguridad Integral de la Universidad, debido a que los bomberos han pasado a ser reconocidos como parte de ese departamento. Aunado a ello, poseen tres radios: uno para el cuartel, otro para la móvil y uno para los incidentes, pues las emergencias son notificadas por radio, ya que la línea telefónica lleva dañada cuatro meses.

De lo sencillo a lo complejo y viceversa
Para los universitarios, tener el reconocimiento de los bomberos municipales es un factor motivante. “Ellos son nuestros hermanos mayores” dice el cabo primero Julio Medina, quien es jefe del Departamento de Operaciones.
En sus experiencias bomberiles, a Morales le tocó rescatar un gato montado en un árbol de la Facultad de Ciencias, algo que no sólo se ve en televisión por cable. “Tuve que mantener mi envestidura y hacer honor al uniforme. Nunca pensé que me tocaría una situación semejante, pero las casi veinte personas que estaban en el lugar esperaban una acción de mi parte. Una vez hecho lo propio, todos me aplaudieron.
Peor reto le tocó asumir cuando su mamá se enteró ocho meses después de que era bombero o cuando le tocó rescatar el gato de una persona en la cañería y demoró una hora en su búsqueda porque pensaba que se trataba de un animal y era un gato hidráulico.
Por esa y muchas razones, Randall Morales, quien es bombero municipal de Maracaibo dice de los universitarios: “Ellos siempre han mantenido una actitud muy positiva y colaboran con nosotros. La ubicación de su cuartel es estratégica para la ciudad en la celebración de eventos deportivos, a fin de garantizar la seguridad. Por eso les hemos concedido la jurisdicción de la universidad y sus adyacencias”.
Otro tipo de vivencias ha tenido el comandante Jorge Canelón: “Impartir los cursos es algo fácil porque estamos ejercitados en eso. Lo difícil es haber tenido que organizar durante cinco días los suministros para los desastres de la vaguada de febrero de 2005 en Santa Bárbara del Zulia y participar directamente con cuatro bomberos universitarios”.
Comenta que una de las cosas que más les cuesta lograr es contar con u7n contingente numerosos para el servicio. Siempre tratan de tener al menos seis personas de guardia en el cuartel, aunque los días miércoles se ven muy disminuidos, pues apenas van dos.
Actualmente, sólo hay 48 bomberos activos, de los cuales seis solicitaron retiro. Trece de los voluntarios son mujeres. La mayoría de los bomberos provienen de las escuelas de las facultades de Humanidades y Medicina, son solteros y no tienen hijos. Por lo general, aparte de ser bomberos, trabajan y estudian. Hasta ahora, ningún estudiante de derecho ha ofrecido sus servicios.
Una de las próximas metas que esperan cumplir como institución es la de agremiarse en el Colegio Nacional de Bombero (CNB). Por su condición de voluntarios, automáticamente están adscritos a la Coordinación Nacional de Bomberos Voluntarios (CNBV).
Los Bomberos Universitarios son personas humanitarias dignas de la consideración y el establecimiento de un estatus acorde a sus funciones. De ninguna manera, deben subestimarse por su juventud, falta de dotación, defectos de carácter o incluso por ser estudiantes.
Esta última condición le permite a ala sociedad contar con una institución colmada de profesionales que dirigen al servicio de seguridad hacia el perfeccionamiento, puesto que los talentos académicos pueden ser enlazados con las labores de bombero.

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